UNA HISTORIA PARA CONTAR.
Una de las personas que hoy recuerda el pasado, con una sensación fría pero nostálgica es Carmen Ortiz, esposa del difunto Julio Rincón, -“El fue un buen hombre, solo que no supo tomar buenas decisiones en la vida”- dice Carmen, secando sus manos en un sucio y transparente vestido que lleva puesto. –Acabo de lavar una platera mija… porque quien más los hace?.
Fueron una de las familias más distinguidas en Montería, en el municipio de Ciénaga de oro, entre los años ochenta y noventa.
-Luego a Julio se le ocurrió irnos a vivir a una hacienda que teníamos en el municipio de Ayapel, para poder administrar mejor el ganado, es una pueblo localizado en la parte oriental del departamento de Córdoba, donde la arena es de color rojizo por una causa desconocida para los lugareños, según Carmen. –Nos fuimos con los pelaos para allá, son dos mujeres y tres hombres, pero fíjese usted como es la vida, que el 26 de julio de 1984, llego mi cuñado a la hacienda y se trajo a vivir a dos de mis tres hijos varones, y que a estudiar, pero que va, ellos vinieron fue a pasear y a conseguir mujeres. Recuerdo esa fecha porque Julio como era tan parrandero hacia sus fiestas allá en la hacienda, y su cumpleaños no iba a ser la excepción, ahí fue cuando conocimos al profe, el también era de montería, y daba clases en Ayapel, su familia para ese entonces ya vivía aquí en Barranquilla, así que le pedimos el favor que guiara al os pelaos y les dijera que vueltas tenían que hacer para entrar a estudiar a la Normal de varones en aquel tiempo, porque es que Juancho (el cuñado) no sabia pa´onde iba el, mucho menos iba a aconsejar bien a mis hijos, el resto de los muchachos se quedaron estudiando en la escuelita donde trabajaba el profe en aquellos tiempos.
Hoy Carmen vive con cuatro de sus cinco hijos, una abogada y el resto profesores de bachillerato, todos aquí en Barranquilla, pero con el recuerdo de su padre colgado en una pared en la sala de su casa.
SU HISTORIA CAMBIA.
El día que me entere que julio había vendido la casa que teníamos en Ciénaga de Oro, y que para evitarse el viaje todos los meses a cobrar el arriendo, me dio mucha rabia, pero que podía hacer yo, el era mi esposo y yo tenía que apoyar todas sus ideas…, para nada, porque se perdió casi una semana con la plata de la venta de la casa, y para cuando regreso, solo vino con una botella de ron casi vacía, y sin una peso. Igual todavía teníamos la hacienda, así que la pusimos a producir lo más que pudimos para recuperar la plata perdida. –Explica Carmen con un suspiro al terminar de hablar.
Para Julio la vida nos era más que parranda e irse para las corralejas, pero su diversión se iba acabando cuando se vio enfrentado a quizás, el desafío mas grande de su vida. Una mañana del 28 de enero de 1990 el hogar de Carmen Cecilia y Julio Antonio fue destruido por la guerrilla, asesinando a todos sus animales y quemando aquella hermosa hacienda, considerada la más grande del pueblo, según Carmen. Aunque ella no asegura que fue la guerrilla la causante del desastre, aun mantiene los recuerdos intactos de aquel mal día.
UNA NUEVA VIDA.
Me tuve que venir para Barranquilla con Julio y los pelaos, llegamos a la casa de Juancho, ahí nos dieron posada mientras nos organizábamos y conocíamos la ciudad, con los ahorros que teníamos de la hacienda, abrimos una tienda y con eso pagábamos las cuentas y colegio de mis hijos.
Es ahí cuando el destino se interpone nuevamente para esta familia. Julio que continuaba con la vida alegre, sin importarle lo vivido en el pasado, decide irse de fiesta con su cuñado y unos amigos mas, dejando a Carmen completamente sola, enfrente del negocio y cuidando a sus cinco hijos, -duro perdido mucho mas tiempo que cuando vendió la casa, regreso como a eso de las dos semanas. Además el ya tenía problemas de la salud cuando nos vinimos de montería, y con las borracheras que se pegaba, pues mucho mas. –asegura Carmen.
Es ahí cuando comienza el fin de este hombre, unos meses después, julio empieza a sufrir de trombosis, enfermedad que lo llevo a quedarse en silla de ruedas, tiempo después Julio muere de un infarto, a pesar de las advertencias de los doctores, que se cuidara, a las cuales nunca hizo caso. –Julio murió el 22 de Agosto de 1992, casi dos años después de salir de Montería- puntualiza Carmen.
FINALIZA UN EPISODIO COMIENZA OTRO.
Hoy casi 18 años después de la muerte de Julio, sus hijos, su esposa y su cuñado, no se arrepienten de haber tenido a alguien como él a su lado.
- Con la tiendecita que me dejó saque a mis hijos adelante, y eso se los agradecemos todos en mi familia.- dice con toda complacencia Carmen Cecilia Ortiz, quien vive actualmente en el barrio San Felipe.
Dice ella, que vendió la tienda hace ya varios años, debido a su edad, y que ahora la que la mantiene son sus hijos, todavía viste le luto de su esposo, y me explica que eso hay que llevarlo para toda la vida, mientras se dispone a rezar el rosario, que hace devotamente todos los días a eso de las 3 de la tarde.
Así como Camen hay muchas otras mujeres que salen adelante, solas o con sus esposos, pero lo más importante es que no se rinden ante nada, solas o con sus esposos, y que finalmente obtienen su recompensa después de tanto tiempo.
Una de las personas que hoy recuerda el pasado, con una sensación fría pero nostálgica es Carmen Ortiz, esposa del difunto Julio Rincón, -“El fue un buen hombre, solo que no supo tomar buenas decisiones en la vida”- dice Carmen, secando sus manos en un sucio y transparente vestido que lleva puesto. –Acabo de lavar una platera mija… porque quien más los hace?.
Fueron una de las familias más distinguidas en Montería, en el municipio de Ciénaga de oro, entre los años ochenta y noventa.
-Luego a Julio se le ocurrió irnos a vivir a una hacienda que teníamos en el municipio de Ayapel, para poder administrar mejor el ganado, es una pueblo localizado en la parte oriental del departamento de Córdoba, donde la arena es de color rojizo por una causa desconocida para los lugareños, según Carmen. –Nos fuimos con los pelaos para allá, son dos mujeres y tres hombres, pero fíjese usted como es la vida, que el 26 de julio de 1984, llego mi cuñado a la hacienda y se trajo a vivir a dos de mis tres hijos varones, y que a estudiar, pero que va, ellos vinieron fue a pasear y a conseguir mujeres. Recuerdo esa fecha porque Julio como era tan parrandero hacia sus fiestas allá en la hacienda, y su cumpleaños no iba a ser la excepción, ahí fue cuando conocimos al profe, el también era de montería, y daba clases en Ayapel, su familia para ese entonces ya vivía aquí en Barranquilla, así que le pedimos el favor que guiara al os pelaos y les dijera que vueltas tenían que hacer para entrar a estudiar a la Normal de varones en aquel tiempo, porque es que Juancho (el cuñado) no sabia pa´onde iba el, mucho menos iba a aconsejar bien a mis hijos, el resto de los muchachos se quedaron estudiando en la escuelita donde trabajaba el profe en aquellos tiempos.
Hoy Carmen vive con cuatro de sus cinco hijos, una abogada y el resto profesores de bachillerato, todos aquí en Barranquilla, pero con el recuerdo de su padre colgado en una pared en la sala de su casa.
SU HISTORIA CAMBIA.
El día que me entere que julio había vendido la casa que teníamos en Ciénaga de Oro, y que para evitarse el viaje todos los meses a cobrar el arriendo, me dio mucha rabia, pero que podía hacer yo, el era mi esposo y yo tenía que apoyar todas sus ideas…, para nada, porque se perdió casi una semana con la plata de la venta de la casa, y para cuando regreso, solo vino con una botella de ron casi vacía, y sin una peso. Igual todavía teníamos la hacienda, así que la pusimos a producir lo más que pudimos para recuperar la plata perdida. –Explica Carmen con un suspiro al terminar de hablar.
Para Julio la vida nos era más que parranda e irse para las corralejas, pero su diversión se iba acabando cuando se vio enfrentado a quizás, el desafío mas grande de su vida. Una mañana del 28 de enero de 1990 el hogar de Carmen Cecilia y Julio Antonio fue destruido por la guerrilla, asesinando a todos sus animales y quemando aquella hermosa hacienda, considerada la más grande del pueblo, según Carmen. Aunque ella no asegura que fue la guerrilla la causante del desastre, aun mantiene los recuerdos intactos de aquel mal día.
UNA NUEVA VIDA.
Me tuve que venir para Barranquilla con Julio y los pelaos, llegamos a la casa de Juancho, ahí nos dieron posada mientras nos organizábamos y conocíamos la ciudad, con los ahorros que teníamos de la hacienda, abrimos una tienda y con eso pagábamos las cuentas y colegio de mis hijos.
Es ahí cuando el destino se interpone nuevamente para esta familia. Julio que continuaba con la vida alegre, sin importarle lo vivido en el pasado, decide irse de fiesta con su cuñado y unos amigos mas, dejando a Carmen completamente sola, enfrente del negocio y cuidando a sus cinco hijos, -duro perdido mucho mas tiempo que cuando vendió la casa, regreso como a eso de las dos semanas. Además el ya tenía problemas de la salud cuando nos vinimos de montería, y con las borracheras que se pegaba, pues mucho mas. –asegura Carmen.
Es ahí cuando comienza el fin de este hombre, unos meses después, julio empieza a sufrir de trombosis, enfermedad que lo llevo a quedarse en silla de ruedas, tiempo después Julio muere de un infarto, a pesar de las advertencias de los doctores, que se cuidara, a las cuales nunca hizo caso. –Julio murió el 22 de Agosto de 1992, casi dos años después de salir de Montería- puntualiza Carmen.
FINALIZA UN EPISODIO COMIENZA OTRO.
Hoy casi 18 años después de la muerte de Julio, sus hijos, su esposa y su cuñado, no se arrepienten de haber tenido a alguien como él a su lado.
- Con la tiendecita que me dejó saque a mis hijos adelante, y eso se los agradecemos todos en mi familia.- dice con toda complacencia Carmen Cecilia Ortiz, quien vive actualmente en el barrio San Felipe.
Dice ella, que vendió la tienda hace ya varios años, debido a su edad, y que ahora la que la mantiene son sus hijos, todavía viste le luto de su esposo, y me explica que eso hay que llevarlo para toda la vida, mientras se dispone a rezar el rosario, que hace devotamente todos los días a eso de las 3 de la tarde.
Así como Camen hay muchas otras mujeres que salen adelante, solas o con sus esposos, pero lo más importante es que no se rinden ante nada, solas o con sus esposos, y que finalmente obtienen su recompensa después de tanto tiempo.